No todos los cortes de árboles son depredación

Desde hace aproximadamente dos semanas están circulando en el Internet, principalmente en las redes sociales, varias fotos que muestran unos camiones cargados de troncos, según dicen las notas al pie de las fotos, en Constanza. Luego empezaron a circular otras fotos mostrando unos acopios de troncos finos, probablemente producto de una operación silvicultural de entresaque, empilados en borde de carretera para su posterior transporte, supongo.

Estas diferentes fotos, sin averiguar mucho su autenticidad o su procedencia geográfica exacta, causaron muchos comentarios en los medios, principalmente en los medios electrónicos. La mayoría de esos comentarios fueron de indignación ante un supuesto “crimen ecológico”.

Es bueno que la sociedad se preocupe por sus recursos naturales, muy bueno incluso, pero creo que debe hacerlo de manera informada, so pena de causar el efecto contrario al deseado.

No pude leer todos los comentarios por su profusión, pero en ninguno de los que leí alguien se preguntó: ¿esa tala es producto de un plan de manejo, o una tala ilegal, clandestina? Volvamos un poco atrás en el tiempo para entender mejor la situación.

Quisqueya fue una isla con una muy alta cobertura forestal, incluso por encima del 50%; la mayoría de la isla era bosque. Habían diferentes tipos de bosques y en muchos de ellos abundaban algunas especies endémicas o nativas.

Lógicamente la población Arawak que vivía aquí usaba esa riqueza forestal para cubrir muchas necesidades básicas, desde transporte con piraguas hasta armas de caza y pesca. Con la llegada de los colonizadores europeos, más avanzados en el plano tecnológico, esas riquezas forestales cobraron un interés marcado, especialmente para algunas especies en particular, como la caoba criolla y el guayacán.

Ahí empieza un período de extracción desenfrenado que no tomó en cuenta la permanencia del recurso, ni en el aspecto cuantitativo,
ni en el aspecto cualitativo preservando el genotipo. Básicamente dejaron en pie solo los bosques que en ese momento no presentaban un interés económico o los que eran inaccesibles.

Es bueno recordar que esos procesos de extracción se realizaban muchas veces en asociación con los poderes políticos y militares nacionales de turno. Se le atribuye a algunos presidentes tener un papel protagónico en la tala de algunas zonas específicas del país. En el siglo 20, por ejemplo R.L.Trujillo tenía decenas de aserraderos operando principalmente en la cordillera Central, talando pino criollo.

Ante tal situación de descontrol, J. Balaguer toma la decisión, acertada en su momento, de congelar las operaciones de extracción de madera; cortar un palo se convirtió en un delito muy perseguido.

Luego, gracias a la visión de algunos precursores, empieza un debate alrededor del uso racional de los recursos boscosos que se materializa
en dos acontecimientos clave para la gestión forestal dominicana: la
creación del Plan Nacional de Reforestación Quisqueya Verde y el nacimiento de la Ley 64-00 sobre Recursos Naturales y Medio Ambiente.

La idea es la misma que la de los países muy avanzados en el aspecto forestal: No habrá bosques sin una gestión forestal moderna que tome en cuenta el aspecto productivo, social y ecológico.

Me quiero referir a la experiencia francesa en la materia, simplemente porque es la que conozco mejor después de la de aquí. Tenemos en Francia 25 millones de hectáreas cubiertas de bosque y se cosechan 40 millones de metros cúbicos de productos madereros cada año, empleando más de medio millón de personas en la industria forestal y maderera a través de más de 30,000 empresas, principalmente pequeñas.

La gestión forestal en Francia es tan activa que el ecosistema boscoso ha sido capaz de regenerarse al punto tal de aumentar la superficie boscosa regularmente por varios cientos de miles de hectáreas cada año sin tener que recurrir a la plantación.

Pero eso no siempre fue así. Los bosques de Francia conocieron sus tiempos difíciles, sobre todo cuando la corona pedía madera, y mucha,  para poder construir sus flotas. La gestión forestal en Francia así como en el resto del mundo mejoró cuando se entendió que el bosque es un recurso que se debe administrar con unos criterios científicos en gabinete y con criterios técnicos en el campo.

Uno de los aspectos del manejo forestal moderno es permitir a los propietarios de esos bosques, sean privados o públicos, extraer cuando la situación lo amerita. Lógicamente eso responde a unos lineamientos que deben establecer las autoridades competentes.

En el caso de República Dominicana la situación está prevista y descrita en las normas técnicas forestales del Ministerio de Medio Ambiente.

Los propietarios forestales que desean darle un manejo activo y participativo a sus bosques deben cumplir con diferentes requerimientos.

Contratar un perito forestal para elaborar un plan de manejo forestal a 5 años es el principal de ellos. Ese plan de manejo es una guía general sobre las parcelas forestales incluídas en él, condiciones actuales, metas y métodos a usar, entre otras cosas. El plan de manejo es sometido al Ministerio de Medio Ambiente para su evaluación y eventual aprobación
o rechazo.

El proceso de evaluación debe incluir visitas de campos por los técnicos correspondientes, para verificar la pertinencia y exactitud de las informaciones suministradas. Pero ahí no se acaban las formalidades: cada
año el propietario debe suministrar un plan operativo, dónde debe describir y cuantificar todas las operaciones silviculturales que planificó para el año que está en curso.

Si en ese plan operativo están contemplados unos cortes, estos deben ser identificados previamente y fiscalizados por los técnicos del ministerio. Los productos obtenidos son transportados luego de la obtención de una carta de ruta entregada por las autoridades de las oficinas regionales del ministerio (en una de las fotos que circulan se menciona que los camiones están parqueados frente a la oficina local del Ministerio de Medio Ambiente, tal vez era simplemente formalizando sus trámites administrativos y fiscalizando la carga).

El espíritu central de un buen plan de manejo es que luego de esos 5 años de administración activa, el propietario debe tener un bosque en mejores condiciones que el que tenía al inicio; más saludable, más productivo, más diverso, en resumen más útil a la sociedad.

Vuelvo y repito, eso incluye cortes de diferente índole, entresaques para bajar la densidad y favorecer los individuos más promisorios, podas de formación, cortes sanitarios, etc. Por todas esas razones, pienso que es totalmente contra-producente criticar fotos de unos camiones cargados
de troncos sin averiguar primero de dónde provienen exactamente esos productos forestales, cuál es el contexto, dónde y cuándo fueron tomadas
esas fotos y, sobre todo, si provienen de un corte planificado, aprobado y supervisado por el Ministerio de Medio Ambiente o de una tala clandestina.

Yo supongo que todo aquel que critica cualquier extracción de madera sea
cual sea la situación, ni creció en cuna de madera ni planifica que lo entierren en ataúd de madera.

ZOOM

Cámara Forestal…

La Cámara Forestal Dominicana (CFD) negó esta semana que en el país se estén talando árboles de manera indiscriminada, específicamente en Jarabacoa y Constanza y aseguraron que en esas zonas hay varias fincas forestales (productoras de maderas) que son operadas bajo un plan estricto de manejo forestal.

La afirmación la hicieron el presidente y el tesorero de la CFD, José De Moya y Humberto Checo, respectivamente. Explotación sostenible De Moya y Checo aclararon, durante una entrevista publicada en este diario, que en República Dominicana se está desarrollando la industria forestal, tanto para el beneficio de la economía como para el medio ambiente, y explicaron que el plan que se está ejecutando implica estudios en los que se determina el crecimiento y composición de los bosques para asegurar la explotación de manera sostenible. Dijeron que el plan se ocupa de la conservación de los suelos y las aguas.

Publicado el 14 de julio de 2014 en: hoy.com.do

Quisqueya eólica

Confieso que hace tiempo que deseaba escribir sobre este tópico en particular, lo que pasa es que ahora una parte infinitesimal de la energía eléctrica que consume mi computador mientras estoy escribiendo esto, proviene de generadores eólicos; por lo tanto me parece más adecuado haber esperado.

Finalmente nuestra isla cuenta con un parque eólico de cierta envergadura, paso indispensable para terminar de convencer a algunos dudosos irreductibles de la oportunidad que nos brinda el viento y la tecnología.

Digo finalmente, porque el proceso fue más largo de lo necesario, y probablemente puntuado de obstáculos producto de aberraciones gubernamentales y otras retrancas innecesarias.

Hace exactamente 10 años la agencia para la energía de Estados Unidos de América, junto con la USAID y otras agencias gubernamentales y empresas, publicaron el atlas de la energía eólica para la República Dominicana.

Ese documento, extremadamente completo, nos explica en 218 páginas lo que muchos están diciendo ya hace tiempo: nuestro país puede depender casi exclusivamente del viento para producir electricidad.

Los datos son estremecedores. Para resumir, 1500 km2 de nuestra superficie tiene un potencial comprendido entre bueno hasta excelente. Esta superficie representa la posibilidad de tener una capacidad de generación instalada de 10,000 MW y de producir 24,000 millones de kilovatio-hora (kWh) por año.

En esa clasificación, de bueno a excelente potencial, entran 22 provincias diferentes, lo cual da una apreciación sobre la diversidad geográfica de las areas con gran potencial eólico. Con una clasificación ligeramente menor -potential moderado- se encuentran otros 4400 km2 que podrían albergar 30,000 MW de capacidad instalada y producir 60,000 millones de kWh por año. Está de más decir que esas capacidades sobrarían para el país, la isla y hasta las islas vecinas.

¿Dónde nos colocamos nosotros por el momento? Pues con la primera y única granja eólica del país, ubicada en Juancho, provincia Pedernales, con una capacidad instalada de 25 MW en su primera fase. No es mucho pero es más que nuestros vecinos antillanos.

La isla de Cuba cuenta con 7 MW de capacidad instalada, en 3 granjas eólicas ubicadas en Gibara, Isla Turiguano y Los Canarreos. Un poco al sur de Cuba, Jamaica cuenta con una capacidad similar a la nuestra, 20.7 MW, en una sola granja operativa desde el 2004 en Wigton. Actualmente están preparando Wigton II para subir esa capacidad en 18 MW.

Sorprendentemente, Puerto Rico todavía no cuenta con energía eólica, pero si existen planes para iniciar muy pronto una instalación con capacidad de 101 MW en Santa Isabela. Las Antillas Menores también tienen algunas granjas, modestas pero muy oportunas. Curaçao tiene 2 granjas, Tera Cora y Kanoa Beach, las cuales suman 12 MW de capacidad instalada, pero actualmente bajo ampliación para subir a 36 MW. Granada tiene una sola granja de 1 MW; Saint Kitt y Nevis también tiene una sola granja de 2.2 MW, en operación desde el 2010. Ambas están bajo estudio para su ampliación. Guadalupe cuenta con dos granjas eólicas, en Désirade y en Marie Galante y suman 3.1 MW.

Podemos concluir erróneamente que vamos bien, que estamos en la delantera; pero ¿qué pasa si nos comparamos con un país centroamericano de tamaño similar al nuestro? Costa Rica tiene en la actualidad 11 granjas eólicas con una capacidad instalada de 123 MW y está instalando más generadores. Se calcula que tendrán muy pronto 281 MW de capacidad instalada.

El camino por recorrer es todavía largo, pero al final está la independencia energética. Tampoco podemos perder de vista que si nuestro vecino Haití logra mantener cierta estabilidad política y un crecimiento sostenido, será gran demandante de energía eléctrica.

Una vez más, Quisqueya tiene unas perspectivas brillantes. Granjas eólicas, plantas solares y energía hidrólica son ampliamente suficientes para motorizar nuestro futuro, nuestro crecimiento y así tener un balance muy reducido de emisiones de gases con efecto invernadero. También debo mencionar las grandes oportunidades que ofrecen las eólicas domésticas, pero eso será objeto de otro artículo.

Publicado el 18 de diciembre de 2011 en: acento.com.do

Deforestación y fin del mundo

Dice un pastor evangélico por ahí que estamos a pocos días del fin del mundo, dando fechas específicas para esos acontecimientos. Creo personalmente que el fin del mundo no es un evento aislado y corto, es por el contrario un proceso largo, una tendencia, una pendiente resbalosa. Cada una de nuestras acciones individuales definen la tendencia, hacia la prosperidad o hacia nuestra destrucción y probablemente nuestra desaparición como especie. Los humanos hemos tomado por costumbre modificar y adaptar la naturaleza, el medio ambiente en general, según nuestras necesidades, influyendo así en el destino de cientos de miles de otras especies animales o vegetales. La destrucción pura y simple de la cobertura forestal, también llamada deforestación, es uno de los cuatros jinetes del apocalipsis.

El tema ha sido muy debatido, comentado y analizado, pero no resuelto. Se puede interpretar la deforestación, y así lo hago yo, como un retroceso en nuestra evolución biológica. Dónde quiera que grupos humanos acabaron indiscriminidamente con los recursos boscosos del lugar, siguieron grandes crisis en la salud, la alimentación y el bienestar en general. El simple y único tema del bosque como regulador del recurso agua es suficiente para ilustrar muy explícitamente esa correlación invariable. ¿Qué es exactamente lo que piensan hacer los ciudadanos urbanos cuando abran la llave del baño o de la cocina y no salga nada? Porque eso es lo que va ocurrir más pronto de lo que se imaginan.

Nuestras principales cordilleras están sufriendo el embate incesante de un conuquismo sin control, sin medidas de conservación de suelo, sin prácticas de agro-forestería, sin aplicación de las regulaciones y normativas públicas, y simplemente sin sentido común. Cuando se remueve, cortada y calcinada, la cobertura vegetal de un área natural de pendiente marcada, las precipitaciones y la gravedad se encargan de arrastrar los suelos y dejar esas superficies en la roca viva, y eso pasa en cuestión de días. Para que las especies vegetales remanentes, si es que quedan, puedan reconstituir una capa de suelo orgánico fértil se necesitan siglos. El machete y el tizón, en cada ofensiva, nos arrastran hacía la pobreza, la precariedad y la muerte prematura, individualmente y como nación.

Todo eso ocurre por una serie de razones, de diversas índoles. Hay ciertamente un factor cultural, repetir prácticas ancestrales aunque sean dañinas. Hay también una supuesta lógica agrícola, buscando suelos vírgenes de cultivos tradicionales, pero sobre todo hay una lógica económica. Estas prácticas de rozas y quemas buscan la facilidad, generalmente se hacen en tierras estatales o en fincas privadas aisladas, con mucha vegetación arbustiva para lograr una buena combustión. Así el depredador ni le cuesta la tierra ni le cuesta la preparación, el fuego se encarga.

No hay una repuesta sencilla a esta situación. El Estado en ciertas ocasiones ha privilegiado la represión y la persecución, pero eso es solamente una pequeña parte de la solución, ¿o acaso piensan poner un uniformado detrás de cada árbol? La solución pasa primero por un reconocimiento del problema por la sociedad en general y por los administradores públicos en particular. Luego tienen que seguir acciones concretas de educación, diálogo, cooperación y en última instancia, represión. Existen métodos tales como talleres de diagnóstico rural participativo para identificar las situaciones que motivan esas acciones. También existen herramientas para corregir, mitigar o amortiguar las actividades agrícolas en zonas montañosas. Todavía estamos a tiempo de evitar una crisis nacional mayor, claro, entendiendo que al que debemos presionar para un cambio no es al individuo, sino al Estado mismo, colocando el tema en los debates nacionales, más especialmente en tiempos de campañas electorales.

Publicado el 1 de junio de 2011 en: acento.com.do

Arquitectura en madera

Construir con madera fue unos de los primeros usos que se le dió al recurso; ha perdurado el uso para esos fines y probablemente en algún momento terminemos de entender que es en muchos casos la forma más inteligente de construir. Muchos de los edificios más impresionantes del mundo son de madera. Es un material que tiene unas cualidades únicas en cuanto a su forma, color y estructura, que es, invariablemente, subvalorado o ignorado en los libros de historia de la arquitectura.

Vivienda unifamiliar, almacén, centro social, capilla, escuela, pabellón, se ha hecho absolutamente todo con madera y con unos resultados absolutamente espléndidos en algunos casos. Vamos a citar algunos casos específicos para que el lector pueda buscar imágenes o más información usando el motor de búsqueda de su preferencia.

Empezando con la arquitectura a base de juntas complejas pero deliciosas del lejano oriente, nos sobran edificios para mencionar. El Hokkedo, estructura más antigua de Toda-ji fue construido en el año 730 DC y es un ejemplo universal de buenas proporciones y conservación. El Salón del Fénix del Byodo-in, cerca de Uji, construido en el 1503, tiene un doble impacto de su perfección ya que se contempla conjuntamente con su reflejo en las aguas de un lago alimentado por el río Ují. Uno de los diseños más hermosos del período Muromachi es el Kinkaku-ji o Pabellón Dorado, erigido originalmente en 1398 para Yoshimitsu, tercer shogun Ashikaga. Ejemplos más recientes se pueden encontrar en dos obras maravillosas del gabinete de arquitectura Tadao Ando, el pabellón de Japón en la exposición universal de Sevilla en el 1992 y en el museo de la madera situado en la profundidad de los bosques de Hyogo, zona conocida por sus productos madereros de gran calidad.

Los maestros carpinteros japoneses, Daikus, han trascendido a través de los siglos por su dominio de la construcción en madera. Dominan las técnicas de ensamblaje, son maestros de las buenas proporciones y lo resaltan todo con una sencillez aguda.

El caso de Estados Unidos de América es diferente, en el sentido en que la combinación de recursos de calidad con unas manos experimentadas se hace mediante un proceso migratorio importante. Entre los primeros colonos procedentes del este y del sudeste de Inglaterra había una gran proporción de carpinteros. Los más destacados fueron probablemente los shakers con sus giros y tembleques frenéticos. Sus aptitudes para trabajar la madera con austeridad y disciplina dejó algunas estructuras impresionantes. El Round Barn, en Hanckock, Massachusetts, con su cúpula octogonal, es un ejemplo perfecto de la transmutación de lo práctico y eficiente en algo estético y noble.

En ese mismo país, fiel a sus excesos, se encuentran también muy grandes edificaciones de madera. El hotel del Coronado, en San Diego, tiene varios pisos, 46 metros de ancho por 76 metros de largo y fue construido en sólo 11 meses.

Un ejemplo más reciente, que ilustra perfectamente el renacimiento de la arquitectura en madera, es el centro Atlantic para las artes escénicas, en New Smyrna Beach, Florida. Este centro logró una integración con la vegetación y los pantanos cercanos digna de emular.

El caso del viejo continente es particular ya que sobran las experiencias, antiguas y recientes, dónde las proezas realizadas tanto técnicas como estéticas son difícilmente igualables. Los graneros de Cressing Temple, en el condado de Essex, Inglaterra, tienen vigas y arcadas muy trabajadas para soportar techos y nevadas considerables. Las iglesias y los ayuntamientos medievales, como las iglesias de St. James y St. Paul, en Marton Cheshire, y la maison d’Adam en Angers, nos dan una muestra de la destreza de los carpinteros medievales ingleses y franceses. Frente a la inclemencia de los elementos, el carpintero también ha sabido encontrar repuestas. Aquel que contempla los caseríos alpinos, como la casa Gosteli de Ostermundigen, siente que adentro de esas edificaciones nada le puede ocurrir. Termino esa lista de increíbles obras con dos edificaciones que literalmente cortan el aliento e ilustran de manera contundente las posibilidades y perspectivas de la madera como material de construcción. La primera es el centro forestal de Marche-en-Famenne, Bélgica, que parece salido de una producción cinematográfica de ciencia-ficción, y la segunda es el pabellón olímpico de Hamar, Noruega, con asientos para 13,000 personas y que cubre una extensión de 25,000 metros cuadrados.

Todas y cada una de esas estructuras son pruebas físicas irrefutables de la viabilidad de un material extraordinario y además renovable por lo tanto inagotable si se administra inteligentemente.

Publicado el 14 de mayo de 2011 en: acento.com.do

De dendrocronología y otras ciencias ocultas

Un árbol es una unidad viva relativamente sencilla. Observamos árboles, arbustos y arbolitos desde la infancia y eso nos da cierta intimidad con ellos. Esa familiaridad nos puede llevar a creer que conocemos, entendemos y dominamos todo lo relacionado con los árboles; sin embargo, como ocurre con otros campos, la cosa no es tan sencilla.

La racionalización del uso del bosque como fuente de recursos y riquezas ha llevado la administración forestal al rango de ciencia propia con varias ramificaciones. La principal de éstas es la silvicultura, la cual procura básicamente garantizar la producción de madera por parte del bosque tanto en cantidad como en calidad óptimas.

En sus comienzos muy básica, la silvicultura ha evolucionado a través de los siglos, incorporando e enriqueciéndose con otras ciencias variadas como la biología vegetal o las estadísticas.

Algunas de estas disciplinas le resultan muy útiles al técnico forestal con la responsabilidad de administrar un bosque.

Por ejemplo, la fitosociología estudia la interacción y el comportamiento entre especies vegetales, la adecuación de rodales forestales persigue equilibrar y garantizar los niveles productivos del bosque, la dendrología estudia la forma, volumen y tamaño de los árboles y así sucesivamente cada ciencia complementaria de la silvicultura le permite al técnico entender el bosque y moldearlo de manera que pueda responder a las exigencias de la sociedad.

Si bien es cierto que a los bosques hay que celarlos, esa es solamente una faceta de la compleja tarea que debe asumir todo técnico forestal que aspira a una gestión del bosque moderna

Sin embargo el ciudadano común se mantiene lejano de estas realidades, pensando que el rol de los profesionales del bosque se limita a una simple función de vigilancia. Todavía más en la cultura criolla, el guardaparque o guardabosque es generalmente un individuo con funciones represivas dedicado a caerle atrás a los “tumba palos”.

Si bien es cierto que a los bosques hay que celarlos, esa es solamente una faceta de la compleja tarea que debe asumir todo técnico forestal que aspira a una gestión del bosque moderna.

De igual modo, para una gran mayoría, la permanencia de los bosques se consigue mediante la plantación simbólica de unos cuantos árboles en ocasiones especiales, todo esto acompañado de su debida campaña publicitaria promocional.

Pero no, los técnicos forestales hemos tenido que aprender ciencias tan inusuales como la dendroarqueología, la etnobotánica o la edafología para poder pretender integrar a la gestión del bosque aspectos ecológicos y de conservación por un lado, y aspectos sociales tales como la función recreativa del bosque.

Esta ampliación del enfoque de la gestión forestal ha permitido entender mucho mejor el funcionamiento de los ecosistemas forestales.

Añadiéndole a esto la eficiencia de los sistemas de información y la cartografía digital, la gestión de los bosques entra al siglo 21 por la puerta grande.

Como resultante de todo esto tenemos una gestión forestal más dinámica y reactiva a las tendencias, y esto se ilustra por ejemplo con la reciente implementación de la ecoforestería que predica y practica una silvicultura más cerca de la naturaleza.

A medida que la clase política, el “apparatchik”, entienda que una sana administración del bosque pasa por métodos científicos, tendremos más y mejores bosques y más beneficios de los mismos.

Publicado el 1 de mayo de 2011 en: acento.com.do

El alma de los bosques (III)

El aspecto imaginario que reviste el bosque se puede teñir de terror con facilidad. El bosque también es misterio, penumbra e inquietud. Decía Marcel Aymé que sentía en el bosque una inercia hostil que escondía arrastres hipócritas y malvados.

De ahí a decir que el bosque es el hogar de las almas malditas y de las criaturas de Satán, sólo hay un paso.

Ese paso, las creencias populares lo dieron con frecuencia. Los leñadores o carboneros eran asociados a hombres lobos y los ermitaños que vivían en el fondo del bosque eran sospechosos.

El miedo que infundía el bosque al campesino europeo de la era medieval fue tenaz. Por mucho tiempo éste vio en el bosque un universo hostil y maléfico habitado por seres marginales y temidos.

La diferencia entre hada y bruja es que la segunda vendió su alma al diablo. La edad de oro de las brujas se sitúa entre los siglos 14 y 18, probablemente porque fue en esa época que la iglesia católica intentó retomar el control de poblaciones campesinas que rendían cultos paganos y ancestrales.

Se multiplicaron los juicios a supuestas brujas en toda Europa para frenar esas alegadas prácticas endiabladas. Se cuenta que las brujas se juntaban, de noche con linterna en mano, cabalgando una escoba llamada en Francia “escouvette” o “ramon”.

A esas juntas se le llamaba “circulos de brujas” y todavía se conoce los sitios dónde ocurrían, el bosque de Orville en Picardía con su vegetación atrofiada y sulfurada, el bosque de Râches en el Douaisis donde la hierba no crece nunca, para mencionar esos dos.

Los hombres lobos, “loups-garous”, son generalmente pobres humanos que tienen la facultad de cambiarse en lobos e ir a correr en los bosques después de medianoche.

Como es lógico, ese poder les fue conferido por el propio diablo quien reviste él también la forma de un lobo negro de gran tamaño para andar en los bosques. Las creencias en estas criaturas son más fuertes en algunas regiones, como Normandía dónde le dicen “Warou”, pero también en Poitou o en Berry.

En la edad media hacían vida en el bosque un mundo de obreros especializados en diferentes tareas relacionadas con la madera. Leñadores, cortadores, “fendeurs”, “equarisseurs” y claro, carboneros.

Estos grupos conformaron sociedades con reglas y ritos secretos y rigurosos, tal vez inspirados en los templarios de la región de Champaña. La asociaciones rituales de carboneros se extendían por todo Europa occidental, en algunos casos y lugares se beneficiaban con la protección de los “barones forestales”.

Se dice que el propio Francisco I fue iniciado en el Val de Loire y a consecuencia se decretó protector de los buenos hermanos carboneros.

A principios del siglo 16 fueron aceptados en esas sociedades extranjeros que se oponían a la tiranía de los señores. Este fue el origen de los Carbonari.

En 1807 fue fundada en Italia la primera sociedad secreta política de los Carbonari y en Francia, en el Jura, fue instituída la primera carbonería con carácter político. Ésta, durante la restauración, constituyó un contra-poder revolucionario en toda Francia.

Con esta tercera entrega terminamos el ciclo del alma de los bosques. En una próxima serie, trataremos de los bosques del alma, ilustrando la influencia de los bosques en la literatura en general y la poesía en particular, en la música, la arquitectura y en las artes gráficas.

Publicado el 17 de abril de 2011 en: acento.com.do

Fisión, fusión y viento

Cada vez que ocurre una situación de crisis en una planta nuclear tiembla el planeta. Hasta los más convencidos de la viabilidad y de la seguridad del nuclear civil se preocupan.

Es que, a menos que usted no coma ni beba y viva en una casa subterránea o con paredes de plomo, la radioactividad llega a todas partes, no avisa porque no tiene olor o color y dura muchísimos años.

Ciertamente la frecuencia de los accidentes, declarados, es relativamente baja, pero cuando estos ocurren las consecuencias suelen ser muy considerables por la cantidad de vida, animal y vegetal, afectada.

A pesar de ese innegable peligro latente y permanente, la industria del nuclear civil ha crecido mucho en los últimos 50 años, principalmente en tres países, Estados Unidos, Francia y Japón. Se ha convertido en un lobby muy poderoso con ramificaciones políticas y económicas estudiadas y debidamente aprovechadas.

De la misma manera, cada vez que ocurre un incidente notable en una planta nuclear se recrudece el debate en torno a ese modo de producción de energía eléctrica.

Sin embargo, mientras los ecologistas debaten, algunos políticos interpelan y la sociedad se preocupa, la industria del nuclear civil sigue su expansión y su evolución.

La tecnología actual usada en las centrales nucleares se fundamenta en la fisión de partículas, rompiéndolas en elementos más pequeños, y gracias a esta reacción en cadena conseguir energía térmica que activará generadores eléctricos.

El problema principal de esa tecnología es que produce bastantes residuos extremadamente radioactivos y por lo tanto peligrosos. Y no saben qué hacer con ellos. El segundo inconveniente, y lo estamos viviendo ahora, es el riesgo de fugas radioactivas que puedan presentar las centrales en casos de catástrofe natural, ataque terrorista o simplemente accidente industrial.

La industria nuclear piensa tener una solución, por lo menos parcial, a estos inconvenientes. Consiste a en lograr hacer funcionar a gran escala el principio de la fusión. A diferencia de la fisión, que divide, la fusión ensambla, construye, partículas haciéndolas chocar.

No es una tecnología nueva, la usa nuestra estrella más cercana hace 4,600 millones de años, pero tampoco es una tecnología fácil de replicar. Las temperaturas alcanzadas en los procesos de fusión, 150 millones de grados centígrados, hacen su aplicación muy difícil de realizar.

Sin embargo, la industria del nuclear civil tiene tantas esperanzas puestas en esa nueva tecnología que están construyendo un prototipo ya. Es el tercer proyecto más caro de la historia, 10,300 millones de euros, y se está construyendo en el sur de Francia, cerca de una falla geológica dicho sea de paso. Participan en ese proyecto la Unión Europea, China, India, Japón, Corea del Sur, Rusia y Estados Unidos de América.

La fusión es considerada el santo grial de la producción de energía. En teoría, ese proceso físico, donde la materia llega a un cuarto estado llamado plasma, podría producir el poder energético equivalente a 350 litros de gasolina con 33 miligramos de deuterio que se obtienen de un solo litro de agua. Como no hay paredes de ningún material que puedan aguantar tales temperaturas, el confinamiento de la reacción debe ser magnético, usando un diseño ruso llamado tokamak. Así de complicada es la fusión nuclear.

Ahora, existe una tecnología simple para producir energía eléctrica que no irradia, no explota, no expulsa gases de efecto invernadero, no requiere petróleo, gas natural, carbón o uranio. Es la energía eólica, la que nos brinda la naturaleza de manera permanente e inagotable. ¿Por qué debemos exponernos a tantas vicisitudes, riesgos y efectos secundarios cuando tenemos una fuente de energía que ha probado su validez en los últimos años?

Ya existen algunos aerogeneradores capaces de producir 7 MW de energía eléctrica cada uno, suficiente para alimentar un pueblo pequeño.

La industria del viento lo tiene en popa, ha crecido un promedio de 28% anual durante los últimos 13 años. Hubo momentos en que la energía eólica produjo el 50% de la demanda puntual energética de España (8 noviembre 2009) y se siguen instalando grandes parques eólicos tanto en España como en el resto del mundo.

Así que, dejémonos de tantas complicaciones y pongamos molinos, grandes, medianos y pequeños. Además, lo peor que le puede pasar a una turbina eólica es que se caiga.

Publicado el 14 de marzo de 2011 en: acento.com.do

El alma de los bosques (II)

La semana pasada les describimos someramente el bosque de Orcynia y sus vicisitudes. Fue el teatro de una feroz lucha de poderes entre grupos humanos con diferentes culturas y creencias.

En cierto modo ajeno a las querellas de los hombres, el bosque ejercía su propia influencia mágica sobre las poblaciones rurales. La preocupación más grande era perderse en el bosque. Pobre de aquel que pisara la “hierba del olvido” o la “tourmentine” porque jamás volvería a encontrar su camino.

Los mismos árboles eran detenedores de poderes mágicos, transformándose en soldados para vencer los enemigos como lo cuenta la leyenda de Cad Godden.

A veces, un bosque completo se movilizaba para castigar una ciudad culpable, así según la leyenda la ciudad de Tulle fue cubierta por el bosque de Blanche-Fort por no ofrecer hospitalidad en la tormenta a un viajero solitario, cuya verdadera identidad era Jesús Cristo.

Pero la inmensa fascinación por el bosque viene sobre todo de las criaturas mágicas que hospeda.

Uno de los vestigios más persistente que ha dejado el druidismo es el de las hadas. Representan el símbolo de las creencias paganas antagónicas a las conquistas del apostolado cristiano. Hijas de las ninfas y de los druidas, ellas habitaban todos los bosques de Europa occidental.

Son hermosas, encantadoras, seductoras pero muy celosas de su intimidad con el bosque. Innumerables leyendas y cuentos revelan sus poderes mágicos y su carácter enigmático. Atraen a los hombres para luego dominarlos, así fue seducido el mago Merlín por el hada Viviane.

Muchas veces las hadas tomaban la forma de una cierva blanca para atraer el cazador hasta lo más profundo del bosque. Algunas son malvadas, otras benéficas y ayudan al viajero perdido en los laberintos del bosque. Ellas tienen la misma ambivalencia que la madre naturaleza.

Más aterradores, en el bosque también habitan los ogros y los gigantes. Su origen se pierde en la mitología de la antigüedad con sus Titanes, hijos de Gaïa, la tierra. Sus presas son generalmente niños pequeños perdidos siendo el más famoso de ellos Pulgarcito, en el cuento de Charles Perrault.

A los ogros también les gustaba secuestrar jóvenes hembras y llevarlas hasta su morada para abusar de ellas. Por suerte, normalmente aparece un caballero dispuesto a rescatarlas.

Así como los ogros son grandes y feos, los duendes son minúsculos y encantadores, aunque no siempre tienen buenas intenciones. Se manifiestan principalmente de noche y llevan diferentes nombre según la región. Los Couzietti de las Árdenas gustan de las muecas y roban la ropa de las lavanderas después de haberlas asustado. Los pie-pie-van-van viven cerca del río Meuse y atraen al agua los viajeros indefensos. En el bosque de Picardía vivían los goblins y en Bretaña los korrigans, famosos por sus grandes sombreros verdes o negros.

Más allá de cualquier broma, algunos duendes llevaban los hombres a su perdición. En sus leyendas rústicas, George Sand nos habla de los fadets y de los lupeux de la región de Berry, que buscaban la muerte de aquellos que se dejaban distraer por ellos y sus trucos. El travieso duende se transformaba entonces en criatura maléfica y diabólica, de alguna forma como repuesta al asedio de los humanos.

En la próxima y tercera entrega, hablaremos del bosque como lugar de marginalidad, brujerías y diabluras.

Publicado el 2 de abril de 2011 en: acento.com.do

El alma de los bosques (I)

Poblado de árboles, el bosque también es hogar de criaturas misteriosas y mágicas. No todas nacen de nuestra imaginación, son testigos de una convivencia muy larga entre los árboles y nuestra especie.

El bosque de Orcynia, como lo llamaban los romanos, se extendía desde el norte de la actual Bélgica hasta el Mediterráneo y desde el litoral Atlántico hasta las llanuras del Danubio. La enormidad de los robles del bosque de Orcynia sobrepasaba cualquier maravilla y les daba una condición cuasi inmortal. Los celtas veneraban estos inmensos árboles como las criaturas de mayor antigüedad sobre la tierra.

El fresno era dedicado a Odin, padre de todos los dioses y maestro de la sabiduría y del conocimiento. El roble era el árbol de Thor, dios del trueno, del viento y de la lluvia.

El muérdago blanco, que crecía de forma muy escasa encima de los robles, era una señal que ese árbol había sido elegido por los dioses.  El árbol tenia dimensión cósmica y servía de soporte a la bóveda celestial, unía tierra y cielo, consciente e inconsciente.

Los celtas compartían con otras poblaciones del mundo lo que Claude Levi-Strauss llamaba “El pensamiento salvaje”, el cual plantea que los árboles tienen un alma, son habitados y algunos sirven de hogar a divinidades. Alrededor de esos árboles, los celtas definían un lugar sagrado llamado el nementon, especie de proyección de una porción de paraíso en la tierra.

Encontramos ese nementon céltico en los nombres antiguos de Clermont-Ferrand : Augustonemetum; y de Nantua : Nemetodurum.

Estos bosques, refugio de la resistencia gala y asiento de los templos druídicos, fueron particularmente agredidos por las destrucciones guerreras de los romanos. Sin embargo, estos mismos romanos temían las entrañas de los bosques célticos; corría el rumor de que el ejército completo del cónsul Postumius fue aniquilado por unos árboles enfurecidos por la penetración de estos soldados a un bosque sagrado.

La relación entre los celtas y sus bosques era tan fuerte que, incluso después de haber asentado su autoridad, los romanos tuvieron que relacionar sus propios dioses con las divinidades germano-célticas. Apolo con Belenus, Diana con Holda, Mercurio en Teutates y Marte con Calamos, dios de la guerra.

Pero los problemas de estos bosques no se acabaron ahí. La conversión de las poblaciones paganas por los monjes y misionarios cristianos empezó con la destrucción de los bosques sagrados y la prohibición del culto rendido a los árboles.

Esta cruzada encontró mucha resistencia, incluso a veces en los propios cristianos como por ejemplo San Germán, obispo de Borgoña a principios del siglo V, quien se olvidaba de su cristianismo si atacaban sus creencias míticas en los árboles.

A pesar de los esfuerzos de los evangelizadores, las prácticas paganas sobrevivieron. Entonces cayó la represión y la prohibición sobre los heréticos.

El concilio de Arles en el año 452 legisló en contra de la adoración a las fuentes, las piedras y los árboles. El concilio de Tours en 567 ordenó sacar de la iglesia a los que les profesaban culto a las piedras, árboles o fuentes. El concilio de Nantes en 658 mandó a quemar los “robles de los demonios” y a destruir las piedras levantadas en los bosques y veneradas por los cultos supersticiosos.

Todas estas acciones sólo fueron cumplidas parcialmente. Cansado de batallar, el clérigo cristiano tuvo que apropiarse del culto que no pudo abolir.

Santificaron piedras, árboles y fuentes e implantaron monasterios en los lugares sagrados. Gregorio III recomendó sólo tumbar los ídolos y quedarse con los templos; a pesar de eso, las creencias siguieron vigentes en las campiñas.

La próxima semana hablaremos de las criaturas que habitaban esos bosques.

Publicado el 27 de marzo de 2011 en: acento.com.do

¿Por qué no apagan?

A lo largo de esta semana y a la luz de los eventos en la central nuclear de Fukushima, esta es la pregunta más recurrente en la población dominicana, la cual no tiene “cultura” atómica, por suerte a mi entender, que crecí bajo la amenaza de los misiles balísticos soviéticos y que viví el paso de la nube radioactiva de Chernobyl estando en Francia.

¿Por qué no la apagan y ya? sencillamente porque, contrariamente a una central eléctrica de combustibles fósiles, detener el proceso que genera la energía calorífica es bastante largo en el caso de las centrales nucleares. Las mismas razones que explican esa inercia calorífica son las que explican el atractivo de la energía nuclear.

Imagínese que usted tenga una cantidad relativamente pequeña de materia y que ésta siempre esté muy caliente, a cientos de grados centígrados y dure muchísimo tiempo caliente sin que usted tenga que alimentarla con nada.

Con esa materia muy caliente usted podrá transformar agua en vapor, mover turbinas y generar cantidades considerables de energía eléctrica. Un reactor nuclear puede producir hasta 1,000 Mw de electricidad, incluso más para algunos modelos.

Todo esto empieza con el proceso de fisión de la materia. Se llama reacción nuclear porque ocurre en el núcleo de los átomos y tiene varios actores. Lo que se va a fisionar son generalmente átomos de uranio y para ello usan neutrones que son partículas sin carga neta. Consiste en dividir un núcleo pesado en dos o más núcleos pequeños. Se consigue fisionar el núcleo bombardeándolo con un neutrón y esa misma fisión producirá dos o tres neutrones, los cuales a su vez repetirán el ciclo y así conseguimos la famosa reacción en cadena.

La fisión de esos núcleos es un proceso que produce mucho calor pero que debe ser controlado. Mientras ocurre la reacción en el corazón del reactor, el operador de la central debe poder controlar esa población de neutrones que andan dividiendo átomos; para eso se usan unas barras de control que penetran el corazón del reactor en la medida en que sean necesarias para mantener la reacción segura y óptima. Esas barras de control que son comúnmente de boro actúan como una “esponja” de neutrones, que permite regular la reacción en cadena.

En caso de ocurrir alguna emergencia o sencillamente de querer apagarlo, el operador introduce completamente las barras de control en el corazón del reactor para detener la actividad nuclear. En el caso de Fukushima, la magnitud del seísmo activó de manera automática la colocación de esas barras de control; pero la actividad de los productos de la fisión produce un calor residual equivalente al 6% de la potencia nominal del reactor, por lo tanto se debe seguir bombeando un refrigerante para ir eliminando ese calor residual.

En el escenario japonés esa capacidad de bombeo fue grandemente afectada por los daños causados por el tsunami que impactó la central; las instalaciones se quedaron sin energía eléctrica, sin generadores de emergencia y después de unas horas sin baterías de emergencia. La falta de enfriamento de los reactores y de las piscinas de almacenamiento del combustible causó un aumento considerable de la temperatura del combustible nuclear, con riesgos de que se reiniciara la reacción en cadena, sin control esta vez y se llegara al muy temido “melt down” como ocurrió en Chernobyl. Como pueden apreciar, el principio de la energía nuclear es simple, pero su aplicación es complicada y delicada hasta en condiciones normales. En Fukushima vemos lo que pasa en condiciones anormales, la energía nuclear es tanto poder que es muy difícil garantizar su control, a tal punto que apagarlas se convierte en un dolor de cabeza.

Publicado el 20 de marzo de 2011 en: acento.com.do