Las Antillas comparten condiciones naturales bastante similares, pero grandes diferencias en la cultura humana; por lo tanto, nuestros bosques son parecidos, pero no hacemos lo mismo con ellos. Es interesante ver que hace cada cual para entender y evaluar nuestro desempeño en esa actividad.
En las pequeñas Antillas, básicamente desde Granada hasta las Islas Vírgenes, las diminutas superficies de bosque no les permiten cumplir con su rol primordial de productor de materia prima. Actualmente, la mayoría de esas islas han privilegiado la función recreativa, el aspecto ornamental con bosques sanos y bien estructurados y la función natural de garante de la biodiversidad y de regulador de los ciclos hídricos. Las islas que han invertido mayores recursos, y las que pertenecen a grandes potencias económicas, acompañaron esas políticas con sus correspondientes programas de investigación de carácter científico. Esto es determinante debido a la peculiaridad de la ecología insular del Caribe. Por ejemplo Martinica y Guadalupe cuentan con delegaciones importantes de la oficina nacional francesa de bosques (ONF) y también del instituto nacional de investigación científica francés (INRA & CIRAD). Dominica está asociando cada vez más sus bosques a su creciente actividad de eco-turismo. Saint Vincent y Las Granadinas están tratando de aumentar sus superficies forestales con resultados modestos pero regulares.
El caso de las grandes Antillas es más complejo, tanto la superficie como el relieve, muy accidentado por cierto en el caso de Hispaniola, le dan al bosque un lugar más digno de interés por la rentabilidad económica que podría representar para los grupos humanos que habitan esas islas. Compartimos con las otras islas de las grandes Antillas un historial triste de sobre explotación irracional de las riquezas madereras. En el siglo 20 se hicieron grandes esfuerzos, reglamentarios, legislativos y administrativos, para detener o por lo menos controlar esa extracción insostenible.
El paso siguiente, que está dando República Dominicana, es fomentar el uso racional de los bosques existentes y lograr el aumento de la cobertura forestal para poder responder a todas las demandas de la sociedad. Donde estamos acumulando mucho retraso como país es en primer término, en la creación de una cultura forestal; y en segundo lugar, en el acompañamiento tecnológico de esa tendencia, ya mundial, de uso racional de los bosques. Cuba ha tecnificado la administración de sus bosques a un punto tal que ellos son pioneros en varias ramas específicas de la silvicultura en zonas tropicales. Puerto Rico cuenta con el prestigioso instituto de dasonomía tropical en Río Piedras. A pesar de nuestro atraso en el aspecto tecnológico, se han podido implementar iniciativas comunes como el corredor biológico del caribe. Sin embargo nuestras lagunas son tales que quedan ilustradas en detalles reveladores. El libro de referencia para técnicos forestales caribeños “Forest Production for Tropical America” de Frank H. Wadsworth cuenta con 3,347 referencias bibliográficas. De esas, solo 2 provienen de República Dominicana.