La educación de los bosques

Podría parecer inverosímil hablar de educar a los bosques, y aún más cuando la educación formal académica es tan deficiente, sin embargo los bosques, al igual que nuestra juventud, necesitan ser conducidos y educados para poder ocupar un lugar más provechoso para la sociedad.

Si bien es cierto que esta nación ha hecho grandes esfuerzos en los últimos 12 años para ir restableciendo su cobertura forestal, la administración de los recursos boscosos como tal ha sido muy básica e insuficiente.

La evolución de los grupos humanos en diferentes geografías y circunstancias siempre ha tenido grandes influencias en el trato de los bosques y de sus productos. Uno de los ejemplos más ilustrativo de esta correlación se encuentra en el caso de las potencias europeas de los siglos 17 y 18 principalmente y su enorme demanda de madera para mantener una flota naval digna de ese nombre.

Hace ya casi 15 años, el Estado Dominicano iniciaba a través del plan Quisqueya Verde un programa estructurado con el fin de prevenir la deforestación del país.

Gracias al empeño y a la visión de algunos administradores públicos, este programa ha podido mantener su vigencia, aunque cambió, tanto en su estructura administrativa como en su forma de trabajo. Conoció años muy buenos, otros no tanto, pero todos con resultados positivos medibles en el aspecto socioambiental.

Ya se demostró que la creación de bosques tiene un impacto muy positivo en las comunidades rurales y su entorno natural. “Antes vivía tumbando, ahora cuido mis palos y los de la comunidad” dice un jornalero de la brigada de reforestación de La Pita, en Jarabacoa. En todos los lugares del país, muchos muy remotos, donde el programa público de reforestación ha tenido incidencia, es unánime la percepción de la disminución de la tala indiscriminada; del mismo modo, donde se plantan árboles con la participación organizada de la comunidad, se ha observado una disminución en la ocurrencia de incendios forestales.

En el año 2000, la promulgación de la Ley General de Medio Ambiente respaldó la creación de bosques permitiendo el uso regulado de los productos de éste. Aunque nos cueste asimilarlo, como sociedad tenemos que terminar de entender que no tendremos bosque si no fomentamos el uso racional y con criterios técnicos de los recursos boscosos.

Algunas naciones industrializadas lo entendieron temprano, como es el caso de Francia, donde el primer estudio sobre el uso “de los bosques y de las aguas” se publicó en el siglo XIV a instancias de Felipe VI. Hoy, el sector forestal en Francia representa el 6% de los ingresos de las industrias francesas, más de medio millón de empleos y cerca de 100,000 empresas privadas.

En el ámbito forestal, no hay producción sin conservación ni tampoco hay conservación sin producción. Debemos continuar el esfuerzo de reforestación nacional, convertirlo en un fenómeno de sociedad y soñar con las grandes oportunidades que nos ofrece el bosque para crear riquezas y mejorar nuestro medio ambiente.

Publicado el 21 de febrero de 2011 en: acento.com.do